El amor como una adicción
Las relaciones de pareja no siempre transcurren por canales saludables. En muchas ocasiones y sin que se advierta, comienzan a aflorar factores nocivos que minan y terminan por quebrar el vínculo.
Sin embargo, cuando la inestabilidad es lo que queda en uno de los miembros de la pareja, empiezan a surgir obsesiones difíciles de desaparecer.
Cuáles son las claves para saber que algo no anda bien:
· Obsesión: esto es fundamental, ya que si se experimenta este sentimiento, todo se hace mucho más complejo y no hay análisis válido que sirva. Todo gira en torno a un mismo pensamiento. No se puede pensar en otra cosa más que estar con esa persona.
· Dependencia: emocionalmente ya no se puede vivir sin la presencia del otro. Es muy habitual perseguir a la pareja o a la ex relación hasta el hartazgo.
· Celos: se comienza a sentir la necesidad de saber todo lo que hace el otro a toda hora. Las dudas y la irracionalidad forman parte de esta conducta.
· Idealización: cuanto más rechazo existe por parte del otro miembro de la pareja, más se lo idealiza. La inseguridad, el miedo y la depresión son características habituales cuando sucede esto.
· Violencia: en las ocasiones más extremas, las agresiones psíquicas y físicas pueden tener lugar.
Aunque es complejo, lo primordial para poder deshacerse de esta conducta enfermiza es reconocerlo. Confiar en alguien del entorno que pueda opinar y hacer reflexionar para poder revertir esta adicción.
“Los adictos están completamente ciegos en la fase activa de la enfermedad. Es muy complejo hacerles ver cuál es la realidad, pero con ayuda profesional y del entorno es posible ayudar a que la situación mejore”, sostiene la psicóloga argentina Analía Bordacar.
“Para terminar con una obsesión se debe disponer de coraje y de mucha autoestima. Dejar de sufrir no es nada sencillo sobre todo para un perfil de persona que siempre ha estado angustiada por otras cosas en su vida y que las vuelque en una pareja es otro de los síntomas de que algo debe cambiar cuanto antes”, continúa diciendo la profesional.
Claves para mejorar:
· Intentar tomar distancia cuando la ansiedad aparece. Entretener la mente con alguna actividad válida que aleje esos pensamientos obsesivos.
· Confiar en la familia o amigos para pedir ayuda
· La colaboración profesional y los talleres de autoayuda suelen ser buenas alternativas para salir adelante y conocer otros casos similares al que se está padeciendo.
· No estar solo es fundamental para no caer en la tentación de obsesionarse.
Aquel adicto a una relación amorosa debe entender que no todo gira en torno de ese vínculo. Mucho menos si es dañino.
Comenzar una terapia profesional ayuda.
EL “YO” LUJURIA
Por la Lujuria se corrompen las jovencitas y las lleva a cometer el crimen del aborto.
Por la Lujuria y el adulterio se separan los hogares, vemos niños huérfanos o abandonados por sus padres; el adulterio trae miseria.
Por la Lujuria se ha convertido a la mujer, (que es lo más bello de la creación, la que nos trae a este mundo) en un objeto de placer, se le muestra semidesnuda, para vender: cigarrillo, ron y toda clase de productos.
Por la Lujuria las personas mueren de Sida, o contraen toda clase de enfermedades venéreas
Por la Lujuria las personas mueren de Sida, o contraen toda clase de enfermedades venéreas
Por la Lujuria son: pornografía, masturbación, fetichismo, “trata de blancas”, prostitución, morbosidad, etc.
Por la Lujuria nos parecemos a esto:
La Lujuria ha dado lugar a los famosos “marinovios” donde casi siempre sale perdiendo la mujer, pues el hombre no tiene ninguna responsabilidad. Su principal consecuencia son los niños muertos por el aborto, por un amor confundido con el mero placer.
MANIFESTACIONES DE LA LUJURIA:
“Yo morboso”: verbo vulgar- sexual, chistes verdes y vulgares.
“Yo coprolalia”: la persona que dice palabras obscenas, morbosas.
“Yo masoquista”: la persona que sólo siente placer cuando es golpeado(a).
“Yo sádico”: la persona que siente placer golpeando a su pareja.
“Yo diablo medicinal”: el que engaña a mujeres dizque para curarlas sexualmente de cualquier enfermedad, o dizque para enseñarles a transmutar. Es propio de estudiantes seudo-esotéricos enfermizos. Es el llamado el “Yo Rasputín”
“Yo gordo”: le gusta las relaciones sexuales con mujeres gordas.
“Yo flaco”: le gusta la relación sexual con mujeres flacas.
“Yo Casanova” es una especie de maestro burlador de las mujeres. A todas les promete amor eterno, pero a ninguna quiere. Estos sujetos, insaciables, sufren y hacen sufrir.
“Yo homosexual”: hombre que desea que otro lo posea sexualmente.
“Yo pederasta”: al hombre (homosexual) que le gusta realizar el acto sexual con niños.
“Yo sodomita”: hombre que desea poseer sexualmente a otro hombre.
“Yo Don Juan”: sujetos malignos de fantasía refinada que profanan vilmente a la mujer y la difaman perversamente mediante la cópula pasional cínica y sin repetición en el “empujón del pecado”. Es una especie de odio masculino contra la mujer.
“Yo estupro”: el que viola a una mujer sin su consentimiento.
“Yo bucogenital”: hombre que hace uso del sexo femenino con la boca.
“Yo bucofálico”: mujer que goza con el sexo masculino en la boca.
“Yo calentador”: mujer que le gusta atraer al hombre con caricias y luego lo rechaza, sin permitir el acto sexual.
“Yo lesbiano”: mujer que siente atracción sexual por otra mujer.
“Yo adúltero”: anhela o tiene relaciones sexuales con mujer (u hombre) que no es su esposa(o).
“Yo incesto”: la persona que realiza el acto sexual con parientes cercanos: padres con hijas, madres con hijos, hermanos con hermanas, etc.
“Yo zoofílico”: personas que realizan el acto sexual con animales o bestias.
“Yo vampiro” o “yo exhibicionista”: la persona que viste semidesnuda, mostrando piernas, senos, estómago, músculos, sexo, etc.
“Yo travesti”: la persona que le gusta vestir con prendas del sexo contrario.
“Yo sexi vestido”: la persona que le gusta vestirse con prendas del sexo opuesto para sentir placer sexual por medio de la ropa.
“Yo fetiche”: satisfacción sexual con prendas de la mujer amada: ropa íntima, zapatos, cabello, pañuelo, etc.
“Yo mirón”: el que gusta mirar las partes íntimas de la mujer.
“Yo piropo”: la persona que dice piropos obscenos o bonitos.
“Yo pornografía”: goza sexualmente con revistas o imágenes pornográficas.
“Yo masturbador”: la persona que se proporciona placer sexual por sus propios medios manuales.
“Yo tocador”: la persona que se deleita tocando cualquier parte del cuerpo del sexo opuesto.
“Yo necrófilo”: la persona que le gusta realizar el acto sexual con cadáveres.
“Yo frotador”: la persona que le gusta que le froten (o frotar) sus partes sexuales con personas del sexo opuesto, por ejemplo en los buses,
“Yo prostituto”: la persona que realiza el acto sexual no por placer ni por amor, sino por dinero y lo toma como una profesión.
“Yo bisexual”: la persona que siente atracción sexual por ambos sexos.
“Yo narciso”: la persona que se enamora de su propio cuerpo. Es una manifestación del homosexualismo y del lesbianismo.
“Yo sátiro”: el hombre que siente un deseo sexual desenfrenado.
“Yo lascivo”: pasión insatisfecha en el acto sexual.
“Yo ninfómano”: la mujer que siente un deseo sexual desenfrenado.
“Yo erotofobia”: la persona que siente repugnancia al acto sexual.
“Yo gerontofilia”: la persona que siente erotismo con los ancianos.
“Yo misoginio”: repugnancia del hombre a la mujer y viceversa.
“Yo voyerista”: la persona que se satisface sexualmente contemplando a las parejas haciendo el acto sexual.
Éstas son una mínima parte de las manifestaciones del “Yo” de la Lujuria, cada una de estas partes tiene múltiples subpartes. En todas estas manifestaciones se encuentra embotellada la conciencia de cada ser humano.
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