¿El verano afecta nuestra sexualidad?
Del mito a la verdad
Existe un mito popular acerca de que el deseo sexual aumenta en el verano, así como la expectativa de mayor frecuencia de relaciones sexuales, y con ello fantasías de un sexo más aventurero, recreativo, que depare momentos de felicidad para la pareja. No existen evidencias científicas que afirmen que alguna estación del año, como el verano propiamente dicho, tenga alguna incidencia directa sobre la sexualidad.
De lo que sí podemos hablar es acerca de ciertas características de esta época que favorecen la sexualidad y el erotismo, como el aumento de las horas del día, que sabemos interviene positivamente en el estado de ánimo, las altas temperaturas propician el uso de ropa más ligera, la piel (que es el órgano más grande del cuerpo) está más en contacto con el aire, el sol, el agua; se favorece el contacto físico con el cuerpo del otro propiciando sensaciones sensuales y placenteras.
Tenemos más tiempo de ocio destinado a las vacaciones, al disfrute, al descanso, aspectos que benefician las sensaciones físicas y mentales de bienestar. Por todos estos aspectos se suele experimentar una suerte de entusiasmo que incide en aumentar la probabilidad de las relaciones sexuales. Pero el verano como época estival en sí misma no aumenta nuestra libido sexual ni las relaciones sexuales.
Vacaciones: no implica ponerse al día en el plano sexual
Lo que es claro que cambia en el verano son las condiciones socioambientales y culturales. Esta estación aporta elementos que facilitan el ejercicio del acto sexual. Existe además de más tiempo libre, una mayor predisposición a disfrutar de él, aunque no siempre sería manteniendo relaciones sexuales. Muchos son los casos que se nos presentan en la clínica donde la pareja se va de vacaciones con la expectativa de disfrutar del sexo, sobre todo si durante el año han tenido problemas con la intimidad. Esto puede implicar una suerte de “trampa”, el querer tener en las vacaciones de verano todo el sexo que no se logró durante el año laborable. Este tiempo suele conllevar su propio menú de actividades y situaciones que no siempre dejan tiempo ni ocasión para estar con la pareja a solas. Los padres suelen pasar con sus hijos más tiempo que de costumbre, realizar paseos, convivir con más integrantes de la familia en un ámbito más reducido que el cotidiano, salir a comer, organizarse para las idas y regresos de la playa, estar más cansado que de costumbre, etc.
También se debe tener en cuenta que si no se tiene pareja estable cabe la posibilidad de no encontrar la oportunidad de conocer a alguien o que se den las condiciones para mantenerlas. Muchas veces las personas de la misma franja etárea van de vacaciones al mismo lugar atentando contra la privacidad. En esta época el sexo puede ser tan extraordinario como en otros meses del año.
El calor puede jugar a favor o en contra
Otro elemento a destacar es el la vivencia individual de las altas temperaturas. Hay personas que soportan y están a gusto con el calor del verano sintiéndose estimuladas, pudiendo mantener más relaciones sexuales en esta época. Sin embargo a otras el calor las aplana, se sienten molestas, y con frecuencia, aminoran la frecuencia de sus actividades sexuales, sobre todo en el caso de las parejas estables. No implica que tengan bajo deseo sexual, sino que las características ambientales inciden en disminuir la libido en forma reactiva. Muchas rechazan la proximidad o el contacto con el cuerpo del otro ya que experimentan más calor, les desagrada la sudoración y les hace sentirse agobiados.
Un tiempo de oportunidad
La actividad sexual durante todo el año depende de muchos y muy diversos factores. Si en esta época la pareja planifica tener tiempo y espacio para el ocio, la diversión, la intimidad y el sexo es muy probable que implique para ambos una “segunda luna de miel”, vivencia que muchas veces al retorno choca contra la realidad del trabajo, las obligaciones y los desencuentros.
El compromiso conjunto de generar el tiempo propicio
Lo importante es que la pareja logre recrear durante todo el año, esos momentos, ese tiempo exclusivo para disfrutar de estar juntos, del diálogo, del contacto físico y amoroso, de poner en juego aquellos aspectos que favorezcan la intimidad, el erotismo y las relaciones sexuales. Este es el principal desafío sobre el que ambos integrantes de la pareja deberán trabajar para mantener una vida sexual satisfactoria, sin importar la época del año. El desarrollar recursos, propios y en conjunto, que colaboren en mantener el más sano hábito, el del ejercicio continuo y placentero de la sexualidad.
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