Vivir en pareja

domingo, 31 de agosto de 2014

Hombres insatisfechos con el tamaño de su pene

La ciencia toma medidas



Hay un sector poblacional cada vez más preocupado por el tamaño de los penes: el sector de los investigadores científicos. El prestigioso King’s College, de Londres, dio a conocer “el primer estudio que sistematizó una escala de diez preguntas para discernir quiénes están insatisfechos con el tamaño de su pene”. La reciente publicación de este trabajo causó desazón en otros grupos de científicos, quienes sintieron que sus propias presentaciones eran insignificantes. Sin embargo, se movieron mucho y bien: llegaron a tomar las medidas de miles de miembros, desde la India a Italia pasando por Turquía. Más allá del costado desopilante de estas investigaciones –por ejemplo, el raro maridaje entre pornografía y ciencia para medir el pene erecto–, este interés corresponde a la alarma generada por un submundo sigiloso: el de los miles de hombres que, sin que lo sepan ni sus mejores amigos, buscan cirugías o remedios que cumplan la ilusión de una virilidad garantizada. La Anmat advirtió sobre los graves efectos perjudiciales que pueden tener esas “terapias”.

“Ha habido una asombrosa falta de interés científico en la psicología del tamaño del pene”, sostiene el trabajo de David Veale, Kevan Wylie y otros investigadores del King’s College londinense, publicado en Journal of Sexual Medicine, y señala que “la vergüenza por el tamaño del pene, también conocida como ‘síndrome del pene pequeño’, se encuentra en hombres que, si bien tienen un pene de tamaño normal, experimentan vergüenza por su tamaño. Esta definición no incluye a los hombres que efectivamente tienen un micropene, es decir, un pene de menos de 7,5 centímetros en erección o de menos de 4 centímetros en flaccidez”. Los investigadores advierten que “los hombres tienden a otorgar al tamaño del pene mucha más importancia que las mujeres” y “en algunos casos la experiencia de vergüenza por el tamaño resulta especialmente relevante: consiste en una experiencia íntima de sentirse no atractivo, no deseable; estos hombres viven con temor a una evaluación negativa, rechazo o humillación por otros: por ejemplo, en un vestuario o con una partenaire sexual. Y responden con ansiedad y evitación. En algunos casos, corresponde el diagnóstico de desorden dismórfico del cuerpo, centrado en los genitales, pero no se sabe cuántos hombres padecen este trastorno”. El hecho es que “los urólogos y sexólogos reciben frecuentemente hombres que, aun cuando el tamaño de su pene es normal, solicitan procedimientos quirúrgicos para incrementarlo –señala el trabajo–. Otros prefieren buscar soluciones por Internet, en sitios que promueven medicamentos e intervenciones sin ningún control (ver nota “Publicidad engañosa”)”. Mientras tanto, “no existe hasta ahora una medida estandarizada y psicométricamente validada sobre las creencias acerca del tamaño del pene. El objetivo de nuestro estudio fue desarrollar y validar una medición de creencias acerca del tamaño percibido del pene que sea útil para entender la condición y planificar el tratamiento”. Los investigadores trabajaron con 173 voluntarios –no necesariamente preocupados por el tamaño de su pene– reclutados entre el personal, estudiantes y participantes en otras investigaciones del King’s College, y por intermedio del sitio web Embarra-ssing Bodies. La primera parte del estudio consistió en completar una batería de cuestionarios, que les fueron suministrados on line. Estos cuestionarios incluían “creencias acerca del tamaño del pene” y escalas previamente validadas sobre “ansiedad y depresión”, “fobia social”, “imagen del cuerpo”, “función eréctil”. La segunda parte del estudio “consistió en la medición del tamaño de sus penes” (ver recuadro “Longitudes científicas”).
A partir de todos estos datos, los investigadores diseñaron un cuestionario de diez preguntas, que llamaron BaPS (Beliefs about Penis Size) y que “permite discriminar entre quienes tienen preocupaciones acerca del tamaño y quienes no”. “El BaPS (ver recuadro ‘Preguntas que...’) mide varias manifestaciones de masculinidad y vergüenza sobre el tamaño del pene –explica el trabajo–. Dos de los ítems miden creencias autoevaluativas, como la de ser ‘anormal’. Tres items describen componentes sociales, por ejemplo si la persona supone que los otros hablarán o reirán de él. Cuatro items anticipan consecuencias, como evitar situaciones donde tendrían que estar desnudos. Y hay dos items que indagan sobre un extremo grado de cohibición, como la creencia en que otros podrían ver el tamaño de su pene aun cuando no está desnudo.” El texto subraya que “los resultados del BaPS no tienen correlación con el tamaño real del pene. Hay hombres que tienen penes mayores que el promedio, pero están avergonzados de su tamaño, y hombres con penes menores que el promedio para los que el tamaño no es un problema”. Finalmente, “el BaPS puede formar parte del diagnóstico y podría correlacionarse con la frecuencia de conductas de evitación, por ejemplo de situaciones sexuales o de búsquedas de reaseguramiento, como comparar el tamaño del pene con el de otros, o estrategias compensatorias, como el uso de objetos para aumentar el volumen del área genital”. Si bien el cuestionario todavía no se aplicó a grandes poblaciones, los científicos señalan que, en su muestra, “los que estaban preocupados o disconformes con el tamaño de su pene tenían más probabilidad de ser de más edad, homosexuales o bisexuales. En comparación con los hombres heterosexuales, los homosexuales están en mayor riesgo de disconformidad con su cuerpo; también están expuestos a más oportunidades de comparar su tamaño con el de otros hombres”.
 Por Pedro Lipcovich

 Todo lo que querías saber sobre penes y 
no se animaban a informarte...


No importa cuán abierta seas con tu novio, hay cosas que incluso el más vomitivo de los hombres no se anima a confesar. Pero esto ha dejado de ser relevante, pues estás a punto de obtener todas las respuestas a las preguntas que siempre quisiste hacerle a tu hombre (y créeme si te digo que algunas van a sorprenderte).


Las verdades del pene:

  • · Sólo el 6 por ciento de la población masculina necesita condones extra largos, según los fabricantes de condones. En otras palabras, el 94 por ciento de los hombres miente.
  • · El estudio más aceptado por los médicos urólogos de todo el mundo muestra que el tamaño promedio de un pene erecto es de 12,7 centímetros de largo y 1,2 centímetros de circunferencia. A menos que te encuentres en una sala de chat, donde deberás duplicar estas cifras.
  • · Cerca del 80 por ciento de los hombres americanos se encuentran circuncidados, incluso cuando la Academia Americana de Pediatría sostiene que esto no es médicamente necesario. No se entiende por qué los hombres insisten en cortar algo de lo que siempre están presumiendo.
  • · Es cierto que los hombres pueden tener “bolas azules”. Técnicamente conocido como “congestión prostática”, este dolor testicular es ocasionado por la sangre atrapada. Ya conoces eso de que la única forma de aliviar la condición es un orgasmo. Pues bien, él tiene razón. Pero no vayas tan de prisa, también tienen razón los doctores (que dicen que una ducha tibia o una aspirina terminarán con el problema).
  • · Los penes suelen ser de color más oscuro que el resto del cuerpo del que penden. ¿Por qué? Es parte del proceso de maduración sexual, pero también es porque durante la pubertad la naturaleza presenta a los hombres a un amigo especial: la mano derecha. Desde luego, tu piel también se oscurecería si te anduvieras tocando todo el tiempo.
  • · No existe correlación entre el tamaño del pene y el tamaño de los zapatos, de las manos, o de la nariz. Y la mala noticia es incluso peor para las mujeres buscadoras de oro: no existe correlación entre el tamaño del pene y el de la billetera.
  • · La masturbación es saludable. Bueno, no necesariamente. Los especialistas en sexualidad han concluido que eso de “úsalo o lo perderás” es nada más que una excusa para andar tocándose.
  • · Los hombres se quedarán blandos si beben demasiado. ¿Pero cuánto es demasiado? Entre tres o cuatro tragos para un hombre de 67 kilogramos. Después de eso, la única cosa dura que quedará en la casa es el caño de la aspiradora.
  • · Todos los hombres tienen una línea que va desde el pene hacia los testículos y más allá. Es una especie de costura en la cara inferior del pene. Se forma cuando el feto se encuentra en el útero. En las mujeres, esta costura se convierte en los labios interiores de la vagina. En los hombres, la costura encierra la uretra a lo largo del pene.
  • · Nada puede hacer que un pene se agrande, excepto el envejecimiento. Desdichadamente, el tamaño del pene deja de crecer cuando los hombres alcanzan los 20 años aproximadamente.


1. ¿El tamaño importa?
Sea como fuere es obvio que el tamaño del pene hoy día sigue siendo una preocupación que afecta a un número considerable de hombres. A pesar de la insistente información que existe al respecto y de los intentos de desmitificación de las bondades de un pene de grandes dimensiones, parece ser que la frase "el tamaño no importa" no ha calado lo suficientemente hondo en la psique masculina.
Prueba de ello es el elevado volumen de consultas que aún hoy se realizan sobre este tema a urólogos, psicólogos, páginas Web y manuales de sexología. Por si queda alguna duda de que este problema sigue vigente hoy día, observemos cómo siguen proliferando los remedios milagrosos para aumentar el tamaño del pene.
2. ¿Por qué nos preocupa?
En una sociedad en la que de alguna manera damos por sentado que el símbolo máximo de la masculinidad es el pene, se concluye que un pene mayor es sinónimo de una mayor virilidad.
No es extraño que en momentos de la historia donde la investigación científica al respecto no fue tan exhaustiva como la actual, la mitología en torno a esta relación tamaño del pene-masculinidad fuera predominante. Sin embargo, ¿cómo se explica que en un momento en el que la ciencia es en occidente una religión en auge siga proliferando esta falsa creencia?
La respuesta tiene que ver con el tabú y la desinformación que subsiste en torno al sexo en la llamada era de la información. Por un lado, es elevado el número de hombres que desconocen las dimensiones consideradas normales. A esto se suman las comparaciones erróneas con otros penes vistos en revistas o películas eróticas.
No ayudan en absoluto los exagerados alardes de algunos amigos que ridiculizan un pene inferior a 20 cm. ni las alusiones a la idoneidad de un buen tamaño en las relaciones sexuales que se escuchan en series de televisión, películas y anuncios, influencia que se incrementa cuando estos mensajes parten de bellísimas mujeres que sólo vemos en las pantallas.
Cabría mencionar que algunos padres inducen al trauma psicológico a sus hijos en la infancia, al comparar su pene con el de otros niños de su misma edad. Al respecto parece ser que la mayoría de hombres creen que serían más felices si tuviesen un pene mayor del que tienen, por más que el tamaño de este sea más que normal.
En la raíz de todos estos motivos se encuentra un mismo sentimiento, el temor a no estar a la altura en las relaciones sexuales, de no gustar a nuestra pareja sexual, de ser considerado poco “hombre”. Pero, ¿son consecuentes estos miedos con lo que piensan las mujeres al respecto?
A pesar de que la ciencia ha demostrado que el tamaño del miembro masculino (dentro de unos límites de normalidad) no está relacionado con el placer que obtiene la mujer en el coito, ¿qué piensan ellas?
3. ¿Una obsesión sólo de los hombres?
Sobre el tamaño y complejos del pene
Ante la pregunta de si le dan importancia al tamaño del pene de sus parejas sexuales, la mayoría de mujeres manifiestan que este no es relevante para ellas, salvo que sea excesivamente pequeño. Al parecer, las mujeres consideran mucho más relevantes otras características de los hombres, que el tamaño de su falo.
Sí es cierto que al igual que los hombres bromean sobre algunas características físicas de las mujeres, ellas hacen lo propio en un tono distendido para referirse al tamaño del "pito" de algún hombre con un pene mucho mayor de lo habitual.
No es menos cierto que a la hora de la verdad, ellas no eligen a sus parejas sexuales de acuerdo al mayor o menor tamaño de sus miembros, sino que tienen en cuenta muchas otras características como atractivo físico, simpatía, honestidad, intimidad, apoyo, comprensión y/o amor.
La conclusión es que efectivamente la citada obsesión es casi exclusiva del hombre. En la mayor parte de los casos de insatisfacción con el tamaño del pene, ésta no parte de una queja de la pareja sexual sino del deseo de uno mismo de poseer un pene mayor.
4. ¿Cuándo es un problema?
mujeres
En la mayoría de los casos el verdadero problema en relación con el tamaño del pene, no es tanto que no se posea un miembro capaz de satisfacer a tu pareja sexual, sino más bien la percepción errónea de un tamaño anormalmente pequeño. Como explica el doctor brasileño Celso Marzano, urólogo y terapeuta sexual:
La mayoría de los hombres insatisfechos con las dimensiones de su pene, se encuadran dentro de las siguientes condiciones:
- Pene de tamaño normal, adecuado para su función.
- Pene de tamaño normal, en un hombre alto con un pene proporcionalmente pequeño.
- Pene de tamaño normal, “escondido” parcialmente por el aumento de grasa, común en obesos.
- Pene de tamaño normal, en que una porción excesiva de prepucio fue retirada durante la circuncisión.
Esta percepción errónea del tamaño de un pene que en la mayoría de los casos es normal y perfectamente funcional para realizar el coito, provoca una notable falta de autoestima y confianza en uno mismo. Estos déficits sí son realmente un problema.
Teniendo en cuenta además que las dimensiones de nuestro miembro son las que la genética ha tenido a bien regalarnos, preocuparse en exceso por algo que no podemos cambiar, no es muy buena idea. Es más adecuado utilizar estos recursos en la gratificante tarea de aceptarnos tal como somos.
5. ¿Cuál es el tamaño del pene normal?
pene
En España un estudio de la Asociación Española de Andrología publicado en Febrero de 2001 estableció que la longitud media del pene en erección es de 13,58 centímetros, correspondientes a un diámetro de 3,82 centímetros. La medición se realizó a 582 varones de raza caucásica y edades comprendidas entre los 22 y los 75 años. Este trabajo fue coordinado por el Dr. Javier Ruiz Romero.
Tras este estudio Ruiz Romero informó de que “hasta ahora considerábamos micropene o pene patológico a aquel que tenía una longitud de 9,3 cm. de largo en su máxima extensión, pero a raíz de este estudio, se considerará el que esté por debajo de 7,1 cm.”
A la vista de estos resultados se determina que más del 95% de los españoles gozan de un pene perfectamente funcional. Además de esto un 80% de la población tiene un pene de longitudes comprendidas entre los 11 y los 16 cm. Teniendo en cuenta que la mayoría de vaginas femeninas tienen una profundidad entre 9 y 12 cm, ¿para qué serviría un pene mayor?
Vale la pena recordar que el tamaño del pene en reposo no es en absoluto relevante, a no ser para un exhibicionista, ya que es en el estado erecto cuando el pene ejerce su función.
6. Cuando el tamaño sí es un problema
Sobre el tamaño y complejos del pene
Podemos considerar como un verdadero problema de tamaño aquellos penes cuya longitud no sobrepase en erección los 7 cm. En tales casos recibe el nombre, como hemos visto anteriormente, de “micropene”.
Tal patología obedece normalmente a un problema hormonal o genético y, según explica Ruiz Romero, “en una proporción elevada de casos responde satisfactoriamente al tratamiento hormonal”.
El mercado está lleno de diferentes métodos que se ofrecen con desigual eficacia para aumentar el tamaño del pene.
 Cremas, bombas de vacío, ejercicios...
En los últimos tiempos, ha proliferado este tipo de métodos (cremas, bombas de vacío, ejercicios, masajes y aparatos "elongadores"
 que aseguran ser efectivos para aumentar el tamaño del pene. Todos ellos se ofrecen como alternativa sencilla, eficaz, “barata” e “indolora” a la cirugía.
Lamentablemente, la promesa hoy por hoy es lo único que puede ofrecer este tipo de productos “milagrosos”. No van más allá de ser placebos y caros así como dolorosos en algunos casos. Carecen de investigación científica que los avale puesto que no tienen posibilidad de presentarla.
6.2. Cirugía
La cirugía es hoy por hoy el único método de alargamiento peneano moderadamente eficaz. En cuanto a los riesgos de la intervención, el doctor Hennie Ross de la universidad de “El Cabo” afirma que son los mismos que existen en cualquier intervención.
“Existe el peligro de una infección en la herida o de una hemorragia, pero son elementos consustanciales a cualquier cirugía. En ningún caso se trata de una operación de alto riesgo”, dice Ross.
Según este doctor la duración aproximada de la intervención es de 45 minutos. La recuperación, en cambio, requiere un período de entre 4 y 6 meses. El incremento medio de la longitud que se consigue mediante estas intervenciones es de unos cuatro centímetros.
Sin embargo, existen algunos detractores de las intervenciones quirúrgicas. El Doctor brasileño Celso Marzano, urólogo y terapeuta sexual, advierte de que existen casos en los que se han producido complicaciones por daños en estructuras adyacentes, provocando impotencia, desensibilización o procesos de cicatrización que provocan una mayor disminución del tamaño del pene, además de malos resultados estéticos.
bSea como fuere, nosotros nos permitimos recomendarle que tenga una visión realista del tamaño de su pene y sólo aconsejaríamos valorar la conveniencia o no de operaciones quirúrgicas en aquellas personas con “micropene”.
Por supuesto toda norma puede tener excepciones, en cualquier caso si decide someterse a cirugía plástica con fines únicamente estéticos, asesórese correctamente y tenga cuidado con las sobre-expectativas que pueda tener al respecto.
Conclusiones
Como hemos visto en este artículo la mayoría de los casos de insatisfacción con el tamaño del pene pueden ser resueltos con una orientación sexológica adecuada. Al respecto, la orientación sexológica tiene un papel muy relevante no sólo para mejorar la autoestima y conducir al individuo a que se acepte como es, sino también a la hora de orientar al cliente en la estrategia más adecuada a seguir en relación con su insatisfacción.
Por último, a la hora de combatir el miedo al rechazo de su pareja sexual, le recomendamos que use el tiempo empleado en preguntarse si está lo suficientemente dotado, en descubrir qué es lo que siente su pareja, qué le agrada, qué le desagrada y qué le hace alcanzar el clímax. Descubrirá seguro que este tiempo empleado en tal menester es mucho más eficaz.
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lunes, 24 de marzo de 2014

¿Qué es lo que hace que tras el acto sexual sintamos tanto placer?


El orgasmo es el principal fin por el que mantenemos relaciones sexuales, además del amor, la procreación y ese tipo de cosas. El tema hace mucho tiempo que dejó de ser tabú y tanto hombres como mujeres buscan las mejores técnicas para conseguir mejores orgasmos y satisfacer a sus parejas.

Pero más allá del rito de seducción y de apareamiento, ¿Qué es lo que hace que tras el acto sexual sintamos tanto placer? o mejor dicho ¿Qué le sucede a nuestro cuerpo? Las características no son iguales en hombres y mujeres.

El orgasmo no va relacionado con la cantidad de tiempo que dure el coito, más bien se trata de un estado mental. Existen personas que pueden tener orgasmos si siquiera tocarse y otras que no lo logran ni aunque follen con el hombre o mujer de sus sueños.

Son cuatro las fases del orgasmo: Lo primero es la excitación, luego la máxima potencia llamada Plateau, después el anhelado climáx y finalmente la resolución. Estas etapas ocurren en cosa de segundos pero en ese periodo nuestro cuerpo se comporta muy distinto a cómo acostumbra el resto de día: La mayoría tiene en este periodo un incremento del flujo genital, una respiración más lenta, bajas señales nerviosas y hasta un descenso en el ritmo cardíaco (aunque se esté muy cansado).

Hombres en el orgasmo: El esfínter anal, la glándula de la próstata y los músculos del pene se contraen hasta la eyaculación. El tiempo de duración del orgasmo no dura más de 10 segundos. Estudios señalan que durante el orgasmo la agresividad del hombre baja considerablemente.

Mujeres en el orgasmo: Se contraen el útero, la vagina, los músculos de la pelvis y el ano. La duración del orgasmo alcanza los 20 segundos. Muchas áreas del cerebro se apagan en el clímax dejando una relajación plena y una disminución emocional.

Casi 30 sectores del cerebro son estimulados durante los orgasmos tanto de machos como de hembras. El proceso químico se llama dopamina, un proceso ambicioso, pues también es el encargado de estimular el deseo de un nuevo orgasmo.

El autocontrol, la preocupación, el miedo, la ansiedad son deshabilitados durante el orgasmo, esto pues la corteza orbitofrontal lateral se apaga ¿increíble no? ¿Quieres desconectarte un rato de tus problemas?

FUENTE:

TENÉS QUE VER:



  • El sexo tal cual es - YouTube

    www.youtube.com/watch?v=kkHJZfPBXT4

     Subido por Graciela Slekis
    El sexo tal cual es.  El Orgasmo en la Mujer. 



  • A los 88 años el Dr. Gastón Boero - YouTube

    www.youtube.com/watch?v=ve0Z9HOGcWA

     Subido por Graciela Slekis
    ... Dr. Gastón Boero.  Fue así que descubrió que en aquel entonces 9 de cada 10 mujeres no tenían orgasmos.

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    jueves, 6 de febrero de 2014

    Explorar qué produce más placer es fundamental para una vida sexual sana

    “El clítoris se extiende como dos brazos”

    Una vez más –pero siempre en febrero–, la sección Psico desestima los pudores y se lanza a las investigaciones sexuales más explícitas: sepa, la mujer, en cuál de tres categorías posibles se ubica su clítoris; sepa, el varón, cuándo estimular y cuándo respetar el clítoris de la compañera. Además, la revelación de que todo hombre puede ser multiorgásmico, las últimas noticias sobre vibradores y punto G y toda la verdad sobre el sexo anal.



    Marie Bonaparte –psicoanalista, sobrina nieta de Napoleón Bonaparte– nunca tenía orgasmos haciendo el amor y sí cuando se masturbaba. Era la segunda década del siglo XX y no tenía a quién consultárselo. Supuso que quizá su clítoris estaba demasiado alejado de su vagina y que no lograba reproducir con su marido la misma fricción que ella conseguía durante la masturbación. No era una hipótesis descabellada. El clítoris es un órgano diseñado exclusivamente para generar placer, pero no está dispuesto de la mejor manera para alcanzar el orgasmo con la penetración. Marie Bonaparte, con ayuda de un médico, midió la distancia entre el clítoris y la vagina de 243 mujeres, y les preguntó a todas por la frecuencia de sus orgasmos durante el acto sexual. A partir de este estudio estableció una distinción entre tres grupos de mujeres: las mesoclitorianas representaban un 10 por ciento de la muestra y eran las que tenían el clítoris situado a unos 2,5 centímetros de su uretra; en las teleclitorianas la distancia clítoris-uretra era significativamente mayor a 2,5 centímetros, y las paraclitorianas eran quienes tenían el clítoris más cercano a la uretra.
    En 1924 Marie Bonaparte publicó sus resultados bajo el seudónimo de A. E. Narjani en la revista científica Bruxelles-Médical, concluyendo que efectivamente había una relación inversa entre la frecuencia de orgasmos durante el coito y la distancia del clítoris. En 2011, los investigadores Kim Wallen, de la Universidad de Emory, y Elisabeth Lloyd, del Instituto Kinsey, publicaron un artículo en la revista Hormones and Behaviour concluyendo que efectivamente la distancia entre clítoris y vagina podía ser uno de los muchos factores implicados en la frecuencia de orgasmos durante el coito.

    Grande, el clítoris

    El clítoris es un órgano mucho mayor que el pequeñito glande externo que conocemos, y su parte interna se extiende como dos brazos que pasan por los lados de la vagina. Es claro que la estimulación exclusiva del interior de la vagina puede desencadenar orgasmos. Pero estudios como las sonografías de la francesa Odile Buisson defienden que en realidad la penetración estimula la parte interna del clítoris y que el orgasmo exclusivamente vaginal no existe. Otros científicos no niegan que esta estimulación indirecta pueda suceder, pero defienden que la vagina sí tiene sensibilidad suficiente para generar orgasmos vaginales, que muchas mujeres describen como menos localizados o “de cuerpo entero”. De hecho, el clítoris sólo está inervado por el nervio pudendo, mientras que a la vagina también llegan el pélvico y el hipogástrico. Y en estudios de imágenes cerebrales de mujeres estimulándose el interior de la vagina se observa que las zonas de la corteza sensorial que se activan son diferentes a las activadas con la estimulación del clítoris. Si a eso le sumamos que se producen orgasmos por caricias en los pechos, el cuello, el ano o las orejas, y las opiniones de tantas mujeres que sí describen los orgasmos vaginales y clitorianos como diferentes, el consenso mayoritario en la actualidad es que el orgasmo vaginal puede existir como tal.

    Varón multiorgásmico

    ¡Yo era multiorgásmico sin saberlo! Lo que ocurría es que mis multiorgasmos habían pasado de-sapercibidos. La clave está en el punto de no retorno, ese momento en que en los hombres se produce un aumento de sensibilidad genital, notamos la inmediata llegada del orgasmo y sabemos que eyacularemos a los pocos segundos aunque detengamos cualquier estimulación. Sí, es justo ese punto que a veces aparece por sorpresa antes de lo previsto y genera un considerable fastidio. Con el tiempo uno aprende a controlar ritmos, a saber en qué posturas la fricción nos excita “demasiado”. Cuando todo esto falla y notamos que se aproxima el punto de no retorno, otra opción es ingeniárselas para salir, parar unos segundos, comprimir los músculos pélvicos, sentir unas pulsaciones relativamente placenteras en el pene que pueden ir acompañadas de la expulsión de unas gotitas de líquido, notar a continuación un poco de relajación, y sin perder la erección poder volver al coito casi como si se empezara de nuevo. Muy bien, justo esto es ser multiorgásmico.
    Los practicantes de sexo tántrico saben reconocer estas pulsaciones y disfrutar del momento. Durante mis orgasmos encubiertos, yo estaba luchando por inhibir el placer y evitar la eyaculación. En cambio ellos aprendieron a controlar este proceso, a dominar su musculatura pélvica responsable de la eyaculación y a ser capaces de vivir el momento de manera intensa distribuyendo la tensión sexual por todo el cuerpo en lo que ellos llaman un “orgasmo corporal”. Esto es lo complicado de alcanzar y lo que requiere entrenamiento. Lo difícil no es ser multiorgásmico, sino conseguir experimentarlo como algo extremadamente placentero sin que desencadene la eyaculación.
    No pretendo hablar de mi vida, pero el día en que, tras varias pruebas, noté esas pulsiones escaparse de los genitales y subir por el cuerpo generando escalofríos incluso en los brazos, me pareció estar sintiendo algo que ya me habían descripto algunas mujeres. Los orgasmos sin eyaculación son claramente menos intensos, pero el cuerpo queda en un estado de mayor sensibilidad, no se pierde ni un ápice de erección, se puede continuar con energía renovada, y el último orgasmo en el que nos liberamos del todo se vive con mucho más placer.

    “Suficiente, mi amor”

    Hay muchas mujeres multiorgásmicas cuya excitación tras el clímax disminuye sólo un mínimo, y si continúa el estímulo correcto pueden volver a tener otro orgasmo rápidamente. Pero también hay muchas mujeres que tras el orgasmo sienten una incómoda hipersensibilidad en el clítoris parecida a la del glande en los hombres, acompañada de una petición de no continuar a sus parejas.
    Un estudio de investigadores canadienses, publicado en 2009, presentó un cuestionario a 174 estudiantes universitarias de 25 años de media, con varias preguntas sobre su comportamiento sexual incluyendo las dos siguientes: 1) “¿Tu clítoris se vuelve más sensible cuando tienes un orgasmo?”. El 96 por ciento de las chicas respondieron: “Sí, pero no hasta después del orgasmo”, y el 4 por ciento restante: “No”. 2) “Después de tener un orgasmo, ¿deseas continuar con la estimulación clitoriana directa?” El 86,2 por ciento de las chicas respondieron: “No”: el 11,5 por ciento: “Sí, pero necesito tiempo”; el 1,7 por ciento: “Sí pero me concentro en mi pareja”; y sólo el 0,6 por ciento: “Sí, enseguida”. Estos resultados sugieren que la hipersensibilidad del clítoris tras el orgasmo es muy frecuente en mujeres.
    Aclaremos que estamos hablando de estimulación directa del clítoris, no de continuar el coito o una estimulación más suave.
    De entre todas las participantes, las investigadoras seleccionaron un grupo de once voluntarias para hacer un seguimiento más exhaustivo sobre la hipersensibilidad del clítoris, y comprobaron que la hipersensibilidad puede durar desde unos segundos a varios minutos, que en la mayoría la punta del clítoris es la que está más hipersensible y que en la masturbación la molestia es menor que en pareja porque ellas pueden regular la estimulación mejor que el amante.

    Orejitas de conejo

    Un anillo vibrador colocado en el pene del hombre o un pequeño aparatito en manos de la mujer puede incrementar enormemente el gozo sexual. Un estudio publicado en 2009 por investigadores de la Universidad de Indiana y el Instituto Kinsey con datos de tres mil ochocientas mujeres de entre 18 y 60 años concluyó que el 52,5 por ciento de las mujeres habían utilizado vibradores, y la mayoría tanto para masturbarse como durante el sexo en pareja. El estudio constató que el uso de vibradores está claramente en aumento, y lo asoció a mejores índices de excitación, lubricación, deseo y orgasmo.
    Si te das una vuelta online o por una de estas tiendas, comprobarás la gran diversidad de formas, tamaños, texturas, materiales e intensidades de vibradores y juguetes sexuales que hay en el mercado, tanto para mujeres como hombres, heterosexuales u homosexuales, para disfrutar solos o acompañados. Quizá uno de los más famosos es el rabbit popularizado en la serie Sex & the City, que además de hacer cosquillas en el clítoris con unas orejitas de conejo tiene un dildo que da vueltas dentro de la vagina a diferentes velocidades. En realidad, es una manera de presionar el punto G con una intensidad que quizá una mujer sola o con la penetración de su compañero no lograría. La estimulación del punto G, generalmente situado a tres o cuatro centímetros de la entrada, en la parte superior de la vagina, debe empezar suave como una caricia, pero para aumentar el placer debe presionarse poco a poco con más fuerza, y eso es más fácil de conseguir con dildos que con los dedos o el pene.
    De hecho, los sexólogos argumentan que una función de los juguetes sexuales y la masturbación es aprender sobre las reacciones del propio cuerpo, y que explorar qué produce más placer es fundamental para tener una vida sexual sana y para tomar la iniciativa en la relación de pareja. Hay muchas mujeres que avanzado el coito necesitan que movimiento e intensidad sean muy precisos para alcanzar el orgasmo, y es muy conveniente que en ese momento tomen el control del ritmo y la posición corporal. Pero para eso deben conocer bien su propia respuesta genital. Según un amplio estudio publicado en 2009, el 55 por ciento de las mujeres reconocen que empezaron a utilizar vibradores sólo por curiosidad, un tercio para facilitar el orgasmo, y un 27 por ciento porque sus parejas lo pedían, pero la gran mayoría opinó que habían contribuido a mejorar su vida sexual.

    Heteroanal

    Los investigadores están empezando a abordar aspectos del sexo anal en parejas hetero. Según datos del Instituto Kinsey, el 46 por ciento de mujeres estadounidenses de 25 a 29 años ha practicado el coito anal en alguna ocasión. Si nos fijamos por franja de edades observamos un hecho curioso: el porcentaje de mujeres que han tenido sexo anal alguna vez en su vida decrece a un 35 por ciento en las de 50-59, al 30 por ciento en las de 60-69 y al 21 por ciento a partir de más de 60 años. La interpretación es muy obvia: el sexo anal heterosexual se está normalizando y es mucho más frecuente en la actualidad de lo que era hace unas décadas. Eso si confiamos en los resultados, ya que un estudio publicado en 1999 que analizaba en qué grado la gente miente en encuestas sobre temas espinosos demostró que la proporción de mujeres adultas que ocultan haber tenido sexo anal es mayor que las que ocultan haber abortado.
    Otros datos interesantes son que, entre las personas que han practicado sexo anal en los últimos doce meses, el 69 por ciento de hombres y el 73 por ciento de mujeres lo hicieron en el contexto de una relación estable, y que, según una encuesta de 2003, el 58 por ciento de mujeres lo hicieron por primera vez a petición de sus parejas. Otro estudio con 2357 heterosexuales que habían practicado sexo anal en los últimos tres meses reveló que sólo el 27 por ciento había utilizado preservativo en todo momento, y el 63 por ciento nunca. Esto es algo que preocupa sobremanera a los investigadores, pues según otras encuestas casi la mitad de estudiantes hombres y mujeres consideraban el sexo anal menos peligroso que el vaginal en cuanto a enfermedades de transmisión sexual. Y es todo lo contrario, el tipo de tejido epitelial, la mayor frecuencia de lesiones y las respuestas inflamatorias que se producen durante el sexo anal lo hacen mucho más arriesgado.
    Pero ¿por qué las parejas hetero practican sexo anal y lo hacen más ahora que hace unas décadas? Evidentemente, en lo segundo la pornografía ha tenido un rol muy importante. Si bien no hay datos para corroborarlo, estamos más expuestos a imágenes de sexo anal y eso genera que más personas se interesen en probarlo. Pero además de la curiosidad, la razón clásica de mantener la virginidad y evitar el embarazo continúa siendo válida entre algunos adolescentes. En un estudio estadounidense publicado en 1999, el 19 por ciento de los universitarios opinaba que el coito anal no era propiamente sexo, y que practicarlo no implicaba perder la virginidad.
    La visión más conservadora del sexo anal entre heterosexuales lo concibe simplemente como una versión atípica y más peligrosa que el coito vaginal, pero claramente para muchas personas resulta algo más excitante psicológicamente; puede ser considerado como más íntimo y genera un tipo diferente de placer. El ano es una zona erógena con terminaciones nerviosas independientes cuya estimulación puede resultar gratificante, que además en los hombres permite acceder a la próstata.
    En el caso de los hombres, la penetración anal con el pene, los dedos o dildos es placentera por el estímulo interno de la próstata, y esto vale tanto para gays como para heterosexuales (un hombre puede perfectamente disfrutar recibiendo penetración anal sin que le atraigan los hombres en absoluto). Para algunos, la estimulación prostática es muy placentera y puede conducir al orgasmo y la eyaculación, pero ¿por qué resulta también físicamente placentero para ciertas mujeres, llegando unas pocas incluso al orgasmo? La erotización es un factor, y las fibras sensoriales alrededor del ano, otro. Pero lo más novedoso son los estudios con sonogramas que se están realizando para determinar si durante la penetración anal se pueden alcanzar algunas estructuras internas del clítoris. Son estudios no finalizados todavía, pero de confirmarse explicarían que unas chicas sientan tanto placer asociado al sexo anal mientras que a otras les genera más bien indiferencia.
    Quién sabe si además de insistir en la imprescindible lubricación (mejor los acuosos que de silicona), el relax (hay varios músculos en el ano: unos que podemos relajar voluntariamente y otros que sólo estarán relajados cuando el resto de tu cuerpo también lo esté, respirad hondo), la necesaria estimulación preliminar con dedos o juguetes (lubricados y con un preservativo), la importantísima pulcritud, el uso de preservativo y la negativa absoluta a cualquier tipo de presión o forcejeo, la fisiología propondrá algunas posturas o prácticas que favorezcan la satisfacción durante el coito anal, una de las prácticas sexuales que más está aumentando entre la población.
    * Texto extractado de S=Ex2.
    La ciencia del sexo (ed. Debate).

     Por Pere Estupinyà http://www.pagina12.com.ar/
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    martes, 14 de enero de 2014

    Verano y vida sexual satisfactoria



     

    ¿El verano afecta nuestra sexualidad?

    Del mito a la verdad

    Existe un mito popular acerca de que el deseo sexual aumenta en el verano, así como la expectativa de mayor frecuencia de relaciones sexuales, y con ello fantasías de un sexo más aventurero, recreativo, que depare momentos de felicidad para la pareja. No existen evidencias científicas que afirmen que alguna estación del año, como el verano propiamente dicho, tenga alguna incidencia directa sobre la sexualidad. 

    Características del verano que favorecen el sexo

    De lo que sí podemos hablar es acerca de ciertas características de esta época que favorecen la sexualidad y el erotismo, como el aumento de las horas del día, que sabemos interviene positivamente en el estado de ánimo, las altas temperaturas propician el uso de ropa más ligera, la piel (que es el órgano más grande del cuerpo) está más en contacto con el aire, el sol, el agua; se favorece el contacto físico con el cuerpo del otro propiciando sensaciones sensuales y placenteras. 

    Tenemos más tiempo de ocio destinado a las vacaciones, al disfrute, al descanso, aspectos que benefician las sensaciones físicas y mentales de bienestar. Por todos estos aspectos se suele experimentar una suerte de entusiasmo que incide en aumentar la probabilidad de las relaciones sexuales. Pero el verano como época estival en sí misma no aumenta nuestra libido sexual ni las relaciones sexuales. 

    Vacaciones: no implica ponerse al día en el plano sexual

    Lo que es claro que cambia en el verano son las condiciones socioambientales y culturales. Esta estación aporta elementos que facilitan el ejercicio del acto sexual.  Existe además de más tiempo libre, una mayor predisposición a disfrutar de él, aunque no siempre sería manteniendo relaciones sexuales. Muchos son los casos que se nos presentan en la clínica donde la pareja se va de vacaciones con la expectativa de disfrutar del sexo, sobre todo si durante el año han tenido problemas con la intimidad. Esto puede implicar una suerte de “trampa”, el querer tener en las vacaciones de verano todo el sexo que no se logró  durante el año laborable. Este tiempo suele conllevar su propio menú de actividades y situaciones que no siempre dejan tiempo ni ocasión para estar con la pareja a solas. Los padres suelen pasar con sus hijos más tiempo que de costumbre, realizar paseos, convivir con más integrantes de la familia en un ámbito más reducido que el cotidiano, salir a comer, organizarse para las idas y regresos de la playa, estar más cansado que de costumbre, etc. 

    También se debe tener en cuenta que si no se tiene pareja estable cabe la posibilidad de no encontrar la oportunidad de conocer a alguien o que se den las condiciones para mantenerlas. Muchas veces las personas de la misma franja etárea van de vacaciones al mismo lugar atentando contra la privacidad. En esta época el sexo puede ser tan extraordinario como en otros meses del año. 


    El calor puede jugar a favor o en contra

    Otro elemento a destacar es el la vivencia individual de las altas temperaturas. Hay personas que soportan y están a gusto con el calor del verano sintiéndose estimuladas,  pudiendo mantener más relaciones sexuales en esta época. Sin embargo a otras el calor las aplana, se sienten molestas, y con frecuencia, aminoran la frecuencia de sus actividades sexuales, sobre todo en el caso de las parejas estables.  No implica que tengan bajo deseo sexual, sino que las características ambientales inciden en disminuir la libido en forma reactiva. Muchas rechazan la proximidad o el contacto con el cuerpo del otro ya que experimentan más calor, les desagrada la sudoración y les hace sentirse agobiados.



    Un tiempo de oportunidad

    La actividad sexual durante todo el año depende de muchos y muy diversos factores. Si en esta época la pareja planifica tener tiempo y espacio para el ocio, la diversión, la intimidad y el sexo es muy probable que implique para ambos una “segunda luna de miel”, vivencia que muchas veces al retorno choca contra la realidad del trabajo, las obligaciones y los desencuentros. 

    El compromiso conjunto de generar el tiempo propicio

    Lo importante es que la pareja logre recrear durante todo el año, esos momentos, ese tiempo exclusivo para disfrutar de estar juntos, del diálogo, del contacto físico y amoroso, de poner en juego aquellos aspectos que favorezcan la intimidad, el erotismo y las relaciones sexuales. Este es el principal desafío sobre el que ambos integrantes de la pareja deberán trabajar para mantener una vida sexual satisfactoria, sin importar la época del año. El desarrollar recursos, propios y en conjunto, que colaboren en mantener el más sano hábito, el del ejercicio continuo y placentero de la sexualidad.
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    Las parejas felices eligen ver las cualidades antes que los defectos

    10 señales que muestran a las parejas felices

    Estas señales son más bien hábitos antes que consejos. Si bien puede no servirte para conseguir pareja, estas señales te ayudarán a darte cuenta si una pareja es feliz.

    Fuente:  futyan.com
    1. Van a la cama al mismo tiempo: a pesar de que puedan hacer diferentes cosas en la manaña, las parejas felices suelen acostarse a la misma hora. Además, normalmente sienten un cosquilleo cuando sus cuerpos están cerca en la cama, a menos que uno de ellos o los dos estén muy cansados.
    2. Cultivan intereses comunes: Al principio, es común que las parejas se sientan apasionandas, pero cuando pasa el tiempo y la primera pasión se acaba, sólo las parejas felices aprenden a compartir intereses y a estar bien juntos. Cuando estas parejas no tienen intereses comunes, aprenden a cultivarlos.
    3. Caminan de la mano o uno al lado del otro: Cuando pasean, las parejas felices suelen ir hombro con hombro. Ninguno se adelanta ni queda atrás. Cuando uno de ellos quiere detenerse a observar algo, el otro lo acompaña. ¿Qué sentido tiene estar juntos si no comparten cosas?
    4. Confían y perdonan: Las parejas felices disputan y pelean como en cualquier relación humana. La diferencia es que cuando llegan a un punto muerto de la discusión, prefieren perdonar y confiar en lugar de guardar rencor.
    5. Se centran más en lo que la pareja hace bien que en lo que hace mal: Si te enfocas en pensar cosas negativas de tu pareja, las vas a encontrar, nadie es perfecto. No obstante, si eliges poner atención más bien a las cosas positivas, también las encontrarás. Las parejas felices no están formadas por personas perfectas, sino por seres humanos que eligen ver las cualidades antes que los defectos.
    6. Se abrazan al reencontrarse: Nuestra piel tiene cierta memoria táctil. Por ejemplo, las “malas caricias” son memoria del abuso, mientras que la “ausencia de caricias” es memoria de indiferencia. Las parejas felices suelen reforzar la memoria táctil con “buenas caricias”; por eso se abrazan cada vez que se reencuentran.
    7. Dicen “te amo” y “que tengas un buen día” todas las mañanas: Día a día nos enfrentamos a situaciones problemáticas o que escapan de nuestro control. Si empezamos cada mañana con la confianza y la seguridad que nos puede brindar el cariño de nuestra pareja, enfrentaremos de mejor forma las vicisitudes cotidianas.
    8. Dicen “buenas noches” al terminar el día: Aunque las parejas tengan problemas, suelen decirse “buenas noches” como una marca que establece que no importa lo que haya pasado, siguen interesados en su relación.
    9. Se envían mensajes o se llaman durante el día: Mantener cierto contacto durante el día, aunque sea mínimo, refuerza la conexión y la complicidad de una pareja. Además, si se llamaron durante el día, cuando se reencuentren en la noche tendrán un vínculo mucho mejor.
    10. Se sienten orgullosos de estar con su pareja: Las parejas felices están orgullosas de ser vistas y cuando están en público suelen enviar ciertas señales de que están juntos, incluso sin darse cuenta. Puede ser tomarse de la mano, recargarse en el hombro del otro, o tocar la rodilla de su pareja.
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