martes, 3 de mayo de 2011

Semen: antidepresivo natural

Estudio del “efecto McClintok”: ¿por qué se sincronizan los ciclos menstruales de mujeres que cohabitan un mismo lugar físico, al igual que ocurre con hembras de otros mamíferos? 


Científicos de la Universidad Estatal de Nueva York  se preguntaban porqué el efecto en cuestión se verificaba en heterosexuales conviviendo juntas solamente, en tanto parejas de lesbianas sexualmente involucradas no tenían igual efecto.

Comprobado que las señales de feromonas, u olfatorias, existían en ambos casos, la única diferencia apuntaba al semen.

Hipótesis

El estudio apuntó entonces a las mujeres que practican sexo con y sin preservativo en todos los casos. Un relevamiento entre cientos de mujeres del campus universitario, llegó a la conclusión que las mujeres que practicaban sexo sin preservativos, tenían mucho mejor estado de ánimo y humor habitual, que las que lo hacían siempre, o casi siempre, con condón. Más aún las que tenían sexo con condón, tenían los mismos índices depresivos que las que no practicaban sexo.

Los estudiosos, publican ahora su hipótesis que el semen afecta la biología femenina a través de la absorción vaginal.

Químicamente, el semen contiene compuestos que defienden la idea: cortisol (que incrementa el afecto), estrona (mejora el ánimo), serotonina (neurotransmisor antidepresivo), tirotropina y prolacitina (antidepresivos), oxitocina (la famosa “hormona del amor”), y melatonina, (hormona reguladora del sueño).

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Los espermatozoides



La calidad no está relacionada con el fenotipo, es decir, no importa la estatura, la condición social, ni el comportamiento sexual de supermacho, lo que garantizaría el que estas células sexuales sean normales.


Cuando un muchacho llega a la pubertad, entre los 12 o 14 años, produce millones de espermatozoides por día que miden tan solo 0,05 milímetros de largo.

Quien lo identificó por primera vez, en 1679, fue el científico holandés Antoni van Leeuwenhoek, inventor de los primeros microscopios potentes.



Los espermatozoides o células sexuales masculinas se desarrollan en el interior de los testículos, dentro de los diminutos túbulos seminíferos, y hasta estar listos para ser expulsados con el semen, mediante la eyaculación, pueden pasar tres meses.


Si estos no son eyaculados, simplemente se destruyen y son absorbidos por el tejido de los testículos. Un proceso natural que no causa ningún daño ni dolor.

La función más importante que tienen los espermatozoides es la de fertilizar al óvulo femenino, al combinarse el material genético llamado ADN (ácido desoxirribonucleico) que ambos tienen, para crear un nuevo individuo. Para ello deben viajar a través de la vagina, útero y las trompas de Falopio impulsándose con el movimiento de su cola en forma de látigo de un lado a otro; avanzan de 1 a 2 cm por hora aproximadamente. Además, el tiempo que tardan en llegar al óvulo se calcula que puede ser desde diez minutos hasta tres días.

El urólogo César Merino Espinoza dice que el semen contiene alrededor de 300 a 500 millones de espermatozoides y estos pueden vivir dentro del cuerpo femenino desde 48 hasta 72 horas, si las condiciones son favorables.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el hombre debe tener como mínimo 20 millones de espermatozoides por centímetro cúbico y bajo esta cifra es considerado con un disminuido grado de fertilidad. Cuando esto sucede se conoce como oligospermia y cuando no hay producción, azoospermia.


Continúa en esta nota, abre el enlace:

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